Mientras muchos nos preocupamos porque nuestras vacaciones se han cancelado o por cuándo volveremos a ver a nuestros amigos, el Ejército ha hallado cadáveres de ancianos en las residencias. Ancianos olvidados, desolados y sin que sus familias supieran de su muerte. El pasado 23 de marzo Margarita Robles, ministra de Defensa, anunció que “el Ejército ha podido ver ancianos, mayores, absolutamente abandonados, cuando no muertos, en sus camas “.
Es verdad que la responsabilidad de estas tragedias no es de aquellos ciudadanos que están cumpliendo con la cuarentena, pero estos mismos ciudadanos son -somos- los que no tomamos precauciones desde el primer momento, y esta inacción se refleja en esta realidad: soldados movilizados por el estado de alarma sanitaria que acuden a desinfectar residencias de ancianos, uno de los focos más golpeados por la pandemia y encuentran los cuerpos de sus residentes muertos en soledad, sin nadie que los hubiera acompañado ni ayudado.
Mientras tanto, otros ancianos convivían con los cadáveres de quienes fueron sus “compañeros de soledad”, recibiendo una mínima atención. En vez de pensar en cuándo podremos irnos de viaje y cuándo podremos salir a entrenar o hacer actividades extraescolares deberíamos recordar a nuestros familiares los códigos de apoyo social y las maneras de prevenir el contagio. Deberíamos prestarnos voluntarios, deberíamos ayudar a todos aquellos que están bajo riesgo de contagio. Deberíamos ser humildes y ser empáticos. Todo aquel que pueda hacerlo debería ayudar de cualquier forma, para poder prevenir las horrorosas tragedias de estos cadáveres encontrados en las residencias de ancianos difuntos en soledad, sin nadie que les diera un último abrazo y en horrorosas condiciones. En estos momentos, la unión es lo único que nos va a ayudar a salir de esta situación tan devastadora.
Porque lo peor que le puede pasar a un país no es que haya una pandemia, sino que sus mayores tengan que acabar sus días sufriendo en soledad, abandonados, olvidados por una sociedad que mira hacia otro lado.
Alba Martínez Angoitia, 30 marzo 2020