Durante este mes y medio de cuarentena hemos tenido tiempo de reflexionar, las redes sociales han estado más activas que nunca, hemos tenido momentos malos y no tan malos y ahora, a finales de abril parece que empezamos a ver la luz al final del túnel. Durante estos días hemos hablado de responsabilidad, hemos intentado mirar el lado bueno de una crisis que ha puesto a familias, empresas y países contra las cuerdas y hemos destacado la gran responsabilidad social que ha habido. Todos parecíamos respetar a nuestros mayores, todos los días a las 20:00 salíamos a aplaudir a los sanitarios y a todo el personal que lucha porque tengamos acceso a alimentos y otros servicios. Era esperanzador ver esta movilización social y saber que todos teníamos un único objetivo: superar esta crisis. Tras 47 días de un confinamiento de lo más estricto, el 27 de abril se permitió que los niños menores de 14 años salieran a la calle. España fue el último país en Europa en permitirlo. La mayor parte de los padres se tomaron este “desconfinamiento” con prudencia. Sin embargo, otro sector ha mostrado no tener responsabilidad alguna. Periódicos como “El Mundo” han mostrado diversas fotos de aglomeraciones de niños y padres en calles de Madrid, Valencia, Barcelona... Parecía que habíamos aprendido, pero a pesar de lo dura que ha sido y está siendo esta crisis, hay gente que está dispuesta a cometer errores una y otra vez. ¿De qué sirve aplaudir a los sanitarios si luego les ponemos el trabajo más difícil? ¿Acaso no nos damos cuenta de que la vida de muchas personas está en juego? Todos queremos que esto se acabe lo antes posible, pero también tenemos que ser conscientes que nuestras acciones pueden aumentar las probabilidades de que surjan nuevos brotes. Estas decisiones egoístas podrían alargar mucho nuestro confinamiento, con todas las consecuencias que ello conlleva. Se ha hablado, de cambios, de responsabilidad y de prudencia durante estos últimos meses, pero a pesar de que la economía sigue parada y no tenemos tests para una desescalada idónea, parece que se nos ha olvidado de un día para otro.
Por: Ana Sofía Alonso