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Reflexionemos sobre el covid 19

Un mercado en Wuhan se supone que fue el origen de la pandemia. Un mercado, de los que se consideran “mercados mojados” por los fluidos internos de animales que fluyen por todo el mercado. Un mercado, que importaba animales en peligro de todo el sureste asiático para consumo o recreación de un grupo selecto. Un mercado, que ahora carga con la responsabilidad de siete mil muertos a sus espaldas sin remordimiento alguno.

Estos sucesos no fueron responsabilidad de España, pero aun así sufre de ellos. Entonces, ¿Qué responsabilidad tiene la ciudadanía española respecto a una crisis, que cada día se agrava en más sectores? Desde un punto de vista interno, la población española es una víctima más del COVID-19, que ha delegado en sus líderes la responsabilidad para evitar que sucumba a las crisis que la azotan. En tal caso, quedamos con la responsabilidad que los españoles a nivel individual puedan tener frente al coronavirus y hacia países exteriores, y es ahí donde reside el grueso de ella.

A los españoles se nos ha encargado la responsabilidad de no esparcir el virus por el mundo una vez ha llegado a nuestras fronteras. Tomamos acción frente a ello encerrándonos en nuestras casas, residencias etc., pero, ¿Hasta qué punto resultan efectivas estas medidas? Entre el lunes y martes de esta semana han surgido más de tres mil casos nuevos: el mayor pico de casos desde la llegada del COVID-19 a España y, desafortUn mercado en Wuhan se supone que fue el origen de la pandemia. Un mercado, de los que se consideran “mercados mojados” por los fluidos internos de animales que fluyen por todo el mercado. Un mercado, que importaba animales en peligro de todo el sureste asiático para consumo o recreación de un grupo selecto. Un mercado, que ahora carga con la responsabilidad de siete mil muertos a sus espaldas sin remordimiento alguno.

Estos sucesos no fueron responsabilidad de España, pero aun así sufre de ellos. Entonces, ¿Qué responsabilidad tiene la ciudadanía española respecto a una crisis, que cada día se agrava en más sectores? Desde un punto de vista interno, la población española es una víctima más del COVID-19, que ha delegado en sus líderes la responsabilidad para evitar que sucumba a las crisis que la azotan. En tal caso, quedamos con la responsabilidad que los españoles a nivel individual puedan tener frente al coronavirus y hacia países exteriores, y es ahí donde reside el grueso de ella.

A los españoles se nos ha encargado la responsabilidad de no esparcir el virus por el mundo una vez ha llegado a nuestras fronteras. Tomamos acción frente a ello encerrándonos en nuestras casas, residencias etc., pero, ¿Hasta qué punto resultan efectivas estas medidas? Entre el lunes y martes de esta semana han surgido más de tres mil casos nuevos: el mayor pico de casos desde la llegada del COVID-19 a España y, desafortunadamente, no parece despuntar inmediatamente. Consecuentemente, hemos de hacernos una pregunta vital ¿Estamos cumpliendo con nuestra responsabilidad como país afectado como la OMS nos recomienda hacer? En mi opinión, todavía no cumplimos suficientemente con semejante responsabilidad, y considero que medidas aún más drásticas han de ser impulsadas por el gobierno para que la población tome conciencia del acontecimiento asolador.

Por otro lado, es de alabar y enarbolar con orgullo el optimismo con el que la población se ha tomado la aprobación del estado de alarma. Es incesante la retahíla de vídeos e imágenes de gente redescubriendo actividades que tenían mucho más a su alcance que las que suelen hacer día tras día y, lo que es mejor, que se pueden hacer en comunidad manteniendo la distancia. Cursos de entrenamiento, cocina saludable, tiempo en familia, son todas cosas que al redescubrirse hacen una estadía en casa más llevadera y que desgraciadamente parece que la condición para su realización hoy en día suele ser el aburrimiento. Como tal, se puede deducir el lado bueno del COVID-19 como una condición natural que nos recuerda las que deberían ser nuestras prioridades por cuestión de instintos y fisiología y no por la insaciable ambición humana.

Consecuentemente, nos encontramos en la situación nacional de crisis, de estagnación, de completa inactividad, una situación que no se aleja mucho de la que se podría vivir en Líbano o Afganistán. Esta es la visión externa de España. No se suele parar a ver en detalle los beneficios que se han obtenido a nivel social, a nivel doméstico, que nos han revuelto en el interior los instintos de familiaridad y fraternidad que se dejan de lado por, de nuevo, la ambición humana del día a día. unadamente, no parece despuntar inmediatamente. Consecuentemente, hemos de hacernos una pregunta vital ¿Estamos cumpliendo con nuestra responsabilidad como país afectado como la OMS nos recomienda hacer? En mi opinión, todavía no cumplimos suficientemente con semejante responsabilidad, y considero que medidas aún más drásticas han de ser impulsadas por el gobierno para que la población tome conciencia del acontecimiento asolador.

Por otro lado, es de alabar y enarbolar con orgullo el optimismo con el que la población se ha tomado la aprobación del estado de alarma. Es incesante la retahíla de vídeos e imágenes de gente redescubriendo actividades que tenían mucho más a su alcance que las que suelen hacer día tras día y, lo que es mejor, que se pueden hacer en comunidad manteniendo la distancia. Cursos de entrenamiento, cocina saludable, tiempo en familia, son todas cosas que al redescubrirse hacen una estadía en casa más llevadera y que desgraciadamente parece que la condición para su realización hoy en día suele ser el aburrimiento. Como tal, se puede deducir el lado bueno del COVID-19 como una condición natural que nos recuerda las que deberían ser nuestras prioridades por cuestión de instintos y fisiología y no por la insaciable ambición humana.

Consecuentemente, nos encontramos en la situación nacional de crisis, de estagnación, de completa inactividad, una situación que no se aleja mucho de la que se podría vivir en Líbano o Afganistán. Esta es la visión externa de España. No se suele parar a ver en detalle los beneficios que se han obtenido a nivel social, a nivel doméstico, que nos han revuelto en el interior los instintos de familiaridad y fraternidad que se dejan de lado por, de nuevo, la ambición humana del día a día.



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