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La valentía de los médicos

Hace unos días, los médicos saltaron a las calles de los Estados Unidos para cortar el tráfico a los manifestantes que defienden el desconfinamiento alegando al “derecho fundamental” que supone la libertad de movimiento. Con los pies anclados al suelo y ante las incesantes críticas e insultos que les llegaban desde los coches, estos médicos trataron de mandar un mensaje contundente a la población: el Covid-19 no es ninguna broma.

De esta situación se puede sacar una conclusión clara: los manifestantes no han sufrido las consecuencias devastadoras del virus. No han tenido que sufrir la agonía de que fallezca un familiar o un amigo y no puedan darle su último adiós. Tienen la idea de que su derecho a “ser libres” debe prevalecer ante la necesidad del confinamiento, pero claramente lo que no tienen es un sentido de solidaridad con los más de 50.000 compatriotas que han sido víctimas del virus en su país. Por ello, los médicos les advierten que con esa mentalidad no tardarán mucho en contagiarse ellos mismos, y entonces ¿a quién le tocará cuidar de ellos? ¿A quién le tocará jugarse la vida todos los días para salvarles la vida? ¿A quién le tocará pasar dos meses más sin poder ver a sus hijos por precaución al estar expuesto constantemente al virus? A los médicos. Y evidentemente, no están dispuestos a ello por culpa de un grupo de inconscientes.

Otro de sus argumentos es que el desconfinamiento es necesario para reactivar la economía del país. Creen que el remedio que se está dando actualmente será peor que la enfermedad, ya que millones de personas perderán su trabajo. Y sí, es comprensible que piensen esto dadas las cifras diarias sobre su economía, pero como bien dijo el alcalde de Nueva York, Andrew Cuomo, hace unos días: “La enfermedad es muerte. ¿Qué hay peor que la muerte?”. ¿Dificultades económicas? Sí, horribles, pero no la muerte. ¿Estrés psicológico por quedarse en casa? Sí, horrible, pero no la muerte. Y no necesariamente la muerte de los manifestantes, pero podría ser la de sus familias o amigos. Si se lleva a cabo el desconfinamiento demasiado pronto, lo único que se va a conseguir es que el problema se alargue y la situación se agrave, desembocando inevitablemente en un confinamiento mucho más estricto.

En el caso de estos médicos, su único propósito es intentar que los manifestantes tengan una percepción del futuro que les depara si se desconfina antes de tiempo. Muchos estadounidenses verdaderamente no tienen visión de futuro y no son capaces de entender lo mucho que puede llegar a afectarles este virus. Es más, si siguen con esta mentalidad, se perjudicarán a ellos mismos y en pocos días perderán también su derecho de manifestarse libremente por las calles de su ciudad. Esta batalla únicamente se puede empezar a ganar renunciando al derecho fundamental de libertad que tratan de defender, ya sea por solidaridad o por ellos mismos.




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